Estando frente al espejo, dije
amenazadoramente:
Quiero ver como soy en el espejo con los ojos
Cerrados.
Richter
Estoy boca
arriba, mirando cómo las partículas de polvo pululan dentro de los haces
de luz que las rendijas de la persianas filtran dentro del cuarto en penumbra.
No hay forma que nada suceda en ningún momento.
A pesar de estar atrapado
en la cama, recordando, con la voluntad maniatada y el pavor mezclado con la
sangre, nada hace el favor de detenerse. Ni el planeta que gira sobre su eje,
metido en el universo que se hincha, lleno de lunas y planetas que resbalan
sobre rieles invisibles, orbitando, ni el sonido cargado de bocinas, sirenas y
voces del barrio que llegan desde la calle que a esta hora del medio día
ablanda su alquitrán, convirtiéndose en una vena negra donde se cuecen las
culebras, las ratas y los insectos de la ciudad que nunca duermen, veloces de
patas, de alas, de anillos viscosos que se revuelven.El sentimiento de una
tragedia próxima, nunca acabada de llegar, me anida en el pecho, como una
lechuza negra que se infla y desinfla.